LOS NOMBRES
los pájaros siguen teniendo una fuerza evocadora gigantesca para quienes guardamos en la memoria como si fuese un tesoro improfanable el recuerdo de aquellas tardes en que encontrábamos un nido en un enebro o pillábamos un par de pollos de perdiz segando, que luego cuidábamos en una jaula durante todo el invierno esperando que criaran en la siguiente primavera.
Gulurías, gorriones, sietecolores, cañamonas….. No diremos nada de cuervos, grajos o mochuelos que casi nos daban miedo. Recordar aquí su nombre es, de algún modo, como volver a reencontrarnos con aquel tiempo, y a la vez una oportunidad para que no olvidemos su forma de llamarlos antes de que la globalización del lenguaje consiga eliminar los vocablos más esenciales que siempre nos acompañaron.
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